POR TAYDE GONZÁLEZ ARIAS
El tiempo es lo más importante que podemos dar a cualquier otra persona, sin embargo, cuando lo enriquecemos con buenas experiencias se convierte en algo de calidad, al acompañarlo con la atención que cada vez parece más lejana al perdernos en atender más al celular que a la gente que nos acompaña. Podemos hacer muy agradables o muy agotadores los instantes que pasamos con los demás, pues en vista de cada uno damos lo que tenemos, y que muchos tienen rencor, miedo, coraje o tristeza, usamos el tiempo que podríamos utilizar para sonreír, escuchar, o conversar de buenas experiencias, en quejarnos, chismear, e incluso para reclamar cosas que no tienen sentido.
En los tiempos de pandemia, en que los días se van volando por que ya no se recuerda ni los días que se viven, o para algunos se tratan de días muy largos e interminables, sigue estando en nuestras manos darle el sabor a los instantes, pues ahora como nunca antes tenemos a nuestro alcance materiales que permanecieron guardados, hoy más que antes el tráfico en internet y las redes sociales, ha incrementado, pero ahora como antes desafortunadamente lo que ha logrado fama y mayores visitas en la web, son las páginas y programas de chismes, siguen siendo las novelas y los programas en que refrito tras refrito presentan a la niña que de la nada se hace rica, o el joven que al casarse con una mujer adinerada se vuelve rico, y seguidos de tramas basadas en la fantasía siguen vendiendo realidades absurdas a la gente que los ve, y los sigue con pasión,
No podemos culpar a la gente que se ha vendido a la televisión abierta, y sus programas que en su mayoría des educan, porque es lo que hay, pero si vale la pena recordarles que hay temas y cosas más allá de lo que siempre nos han puesto en las pantallas de plasma o del celular, que tiene que ver con el empoderamiento social, con la conciencia, con la historia, las ciencias y la educación.
En esos aparatos en los que muchos ven las novelas de televisa, también se pueden encontrar memorias de grandes civilizaciones, documentales extraordinarios del origen y fin de la vida, entre muchos otros temas que podrían cambiarnos la manera de vivir, sólo hace falta querer y saber identificar entre lo que nos divierte y nos culturiza, o lo que nos quita tiempo y nos sume en la ignorancia.
No se trata de que tengamos los mismos gustos, pero sí tener libre albedrío para saber elegir entre lo malo, lo bueno, y lo mejor, para nosotros y para los demás.
Hay que darle el tiempo a lo que merece dárselo, y ya sea poco o mucho, lo que nos quede en el mundo o lo que nos sobre por haber terminado pronto una tarea ocupemos en algo que nos nutre, que nos lleve a ser mejores hijos, ciudadanos, amantes o simplemente seres humanos, pues sólo de esa manera podríamos cambiar la realidad que nos está tocando vivir, en la que las particularidades, el ego personal, las cosas de cada uno, nos han venido alejando del sentir social o del dolor ajeno.
Demos el tiempo necesario a aquello que lo merezca, y nos gastemos minutos en lo que nos dañe, consideremos que lo que pasa no volverá y que si vuelve a suceder no será en las mismas circunstancias, por lo que nos debemos mantener alertas y pendientes para dejar pasar momentos con las personas que nos puedan abonar, o de los temas que enriquezcan nuestra formación personal y profesional.
Mientras hay vidas que ruegan por mantenerse latiendo por más tiempo, mientras algunos perecen en los hospitales o postrados en algún nicho, los que podemos caminar y respirar sin problema alguno, tenemos la responsabilidad de afinar lo que hacemos y de analizar lo valioso que es vivir, dándole a cada quien su tiempo y a cada cosa que lo merezca atención.
En espera de que no caiga el ánimo de vivir, y después de disfrutar de la vida, encontrando inspiración en cada momento, salgamos a ver el sol al salir, a disfrutar la lluvia al caer lo mismo que la mañana o el atardecer, y entreguemos caras amables, ofrezcamos caricias con los ojos y miradas desde el corazón, para hacerle saber al mundo lo bello y lo maravilloso que es vivir, y pasar éste tiempo, pasado y presente por la vida.
Hay que darnos tiempo para los nuevos aprendizajes, pero también para ver al mendigo que circula por las calles, para ver el programa que más nos gusta junto a la pareja o la familia, pero sobre todo para voltear a ver al indigente o al niño que en la esquina limpia los vidrios, vende dulces o pide limosna, y en lugar de subir la ventana o ver el celular o hacerlos tontos, pensemos en lo que podríamos hacer para ayudarles con un solo gesto de bondad.