Arena suelta

Por Tayde González Arias

 

 México es un país pluricultural según el artículo segundo constitucional, basado y bien fundamentado en los más de 68 idiomas que por fortuna aún se hablan en las comunidades de México, y el 21 de febrero de cada año se lleva a cabo la celebración justamente del día internacional de las lenguas maternas, según lo estableció la Organización de las Naciones unidas por sus siglas ONU,  esta declaración que para fortuna del “ombligo del mundo” fue dada por un organismo internacional y adoptada por un importante número de naciones en el mundo favorecen que la flor de las lenguas maternas permanezca abierta.

El mes que termina (febrero), dejará como cada día que vivimos, aprendizajes, pero sin duda un día para llevar en la memoria, es lo que hicimos no pudimos hacer por preservar las lenguas maternas. En el caso de Michoacán entre nuestros habitantes hay hablantes de las lenguas Náhuatl, Mazahua, Otomí y desde luego el Purépecha, lo que nos hace también una entidad con una alta identidad basada en los usos y costumbres de los pueblos originarios de los que en gran medida ha de sobrevivir el orgullo y la satisfacción de nuestra mexicanidad. Comunidades como Ostula en Aquila, Crescencio Morales y San Felipe de los Alzati en Zitácuaro, Cherán en la meseta Purépecha son sólo algunos entre tantos sitios en los que la raíz de este país se sostiene, y aunque otras tradiciones orales como las Matlazincas, han desaparecido, mientras reconozcamos su presencia en la historia vivirá en nuestra mente.

Aunque cualquier lugar es bueno, y cada esfuerzo que se realice sea aplaudible si se trabaja a favor de la preservación de nuestras lenguas originarias, desafortunadamente con la desaparición del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), por Decreto Presidencial del 1 de enero del 2022, se pierde la labor de una de las pocas dependencias que tenían un solo objetivo: preservar las lenguas maternas u originarias, y lo que queda esperar que la institución que la absorbe (INPI), haga lo propio.

De tal suerte que frente a cualquier alerta o riesgo interno o externo que puedan y busquen desestabilizar el sentimiento grande que debe sentir la o el mexicano por haber nacido aquí, hemos de recordar que somos frutos de árboles con raíces como el maya, el mayo, mixe, mixteco, o zapoteco que son solo algunos ejemplos cuya profundidad llega al corazón de un país que nació con una forma física parecida y bien nombrada como el cuerno de la abundancia.

Cada día en que nace el sol es propicio para sabernos hombres y mujeres que, en el uso del satín, en la elaboración de los bordados y calzando huaraches combinados con la manta nos caracterizamos como mexicanos con la frente en alto con la piel de bronce y con el corazón noble. Debe ser momento en que se cambien el concepto vacío con el que han querido pintar a nuestra estirpe en el extranjero de forma equivocada; como flojos, sentados y cubriéndose el rostro con un gran sombrero y cubiertos con un jorongo, pues si han de colocar un nopal para referirse a nosotros, que se sepa que es por la riqueza de la naturaleza de la que fuimos bendecidos.

Te invito a enamorarte de México de forma completa, de ser mexicana y mexicano en pleno y sin titubeo con los héroes reales que en los pueblos siguen vistiendo su vestimenta y hablando su lengua. Dile al mundo que grande es tu tierra evitando la discriminación y aprendiendo a hablar alguna de sus lenguas originarias. Aprendamos de las y los docentes bilingües, que se involucran en las celebraciones religiosas de su pueblo, dando clases gratuitas de mazahua y gestionando, algunos,  y algunas veces  sin recibir nada a cambio más que la satisfacción de que su lengua no muera y que se multipliquen los hablantes, portando con orgullos sus trajes y utensilios como los morrales bordados, los rebozos de bolita, los telares que muestran cuán cercanos están a la flora y fauna que nos rodea que representan la cosmovisión verdadera de los mexicanos y el mundo. Refrendamos en los poemas de Nezahualcóyotl el amor por el canto del cenzontle, pájaro de cuatrocientas voces, amando el color del jade, y el enervante perfume de las flores, pero amando más a nuestros hermanos; las mujeres y los hombres.