Por Lamberto Hernández Méndez
URUAPAN, Michoacán, 17 de abril de 2022.- Más de un millar de aguadoras; una duración de tres horas, aproximadamente, los representantes de los nueve barrios tradicionales, grupos de danza y bandas de música de viento, cumplieron con el ritual de Las Aguadoras. Cientos de personas las admiraron, aplaudieron y felicitaron, durante su paso del frente del Parque Nacional, al centro de la ciudad de Uruapan.
La historia reciente, nos señala que hace unos cinco lustros, de nueva cuenta Las Aguadoras, lucieron con orgullo, su indumentaria tradicional; los rollos, delantales, huaraches, guanengos bordados rebozos de patakua y coloridos listones en su pelo. Adornaron sus cántaros de barro, con una red, donde cuelgan frutas, artesanías en miniatura, dulces, botellitas de charanda y flores, y lo cargan al hombro o en la cabeza, sobre un uancipo, listos, para llenarlos de agua en el Río Cupatitzio.
Se trata de un ritual, que se reinició de nuevo en Uruapan, por parte de los barrios tradicionales, este rescate inició en casa del señor Benjamín Apan Rojas, solo que el primer año, el recorrido fue al revés de como se hace tradicionalmente. Aquí les diremos por qué.
Y es que hace unos 25 años, el recorrido de Las Aguadoras, inició en el centro de la ciudad, después de misa en el templo de La Inmaculada, con agua bendecida en sus cántaros, inició la procesión por la calle Independencia, luego calzada Fray Juan de San Miguel, para concluir en el manantial de la Rodilla del Diablo, donde inicia el Río Cupatitzio, dentro del Parque Nacional “Barranca del Cupatitzio”.
Allí, vertieron el agua bendita, con la finalidad de que ya no se seque, tal y como ocurrió en una ocasión, según cuenta la leyenda; que nunca falte el agua, que siga brotando. Es lo que le da vida a Uruapan; al término del ritual, una comida y música de banda en el cenador El Characo, dentro del mismo Parque Nacional
Después de algunos años, el ritual inició en el monumento a Fray Juan de San Miguel, donde se concentran los barrios con sus grupos, el recorrido hacia el centro de la ciudad, tras haber tomado el agua en los manantiales del Parque Nacional, para llenar sus cántaros de barro, y tras el recorrido, asistir a misa al templo de La Inmaculada, luego a La Uatápera, bailando al son de la banda de viento; posteriormente Las Aguadoras, se regresan a sus respectivos barrios a compartir el agua bendita, con familiares, amigos y vecinos, según lo describe Jesús Montelongo, del barrio de Santo Santiago.
Así fue este domingo 17 de abril, previo al desfile de Las Aguadoras, de los barrios fundacionales de Uruapan, llenaron sus cántaros con agua del manantial de la Rodilla del Diablo, tras agradecer a los cuatro elementos, aire, agua, fuego y tierra; entre el humo del copal y el sonido del caracol, agradecen que el agua que da vida a la región y siga brotando aquí, donde nace el río Cupatitzio.
Existe un verso publicado en el libro, “Un paseo por el Parque Nacional”, del cronista, Sergio Ramos Chávez, del cual extraemos un fragmento: “Fray Juan lo conjuró/ y lo mandó a la sepultura/ en estas rocas/ donde el demonio habitaba/ vivió trescientos años/ y la renta no pagaba/ aquí, grabó su rodilla/ más abajo un cascabel/ como era un diablo malvado/ lo arrojó San Miguel. Brotaron los manantiales/ como unas telas bonitas/ aquí se bañan las altas/ y también las chaparritas”. Esto, en relación a la leyenda de la Rodilla del Diablo. También los verseros del Parque, lo recitan, pero con mucho estilo.
Con sus cántaros adornados, salen desde el jardín, donde se ubica el monumento a Fray Juan de San Miguel, llevando consigo el agua, van los contingentes de los barrios tradicionales, de San Juan Evangelista, San Pedro, La Magdalena, San Miguel, La Trinidad o El Vergel, San Francisco, San Juan Bautista, Santo Santiago y San José.
Cada barrio, participa con un contingente de entre 50 y 100 aguadoras, que visten sus atuendos tradicionales, el rollo plizado de Angahuan, naguas blancas, delantal bordado en Cheranatzicurín, con guanengo bordado a base de punto de cruz de Zacán; largas trenzas adornadas con multicolores listones y claro, los huaraches de Sahuayo; el rebozo de patakua de Paracho o Ahuiran, ya sea en forma de uancipo para el cántaro de barro de Patamban, trenzado, cruzado o al hombro.
Debidamente ordenadas por contingentes, representadas por la Ireri del barrio y al ritmo de los abajeños o sonecitos de las bandas de música, provenientes, principalmente de la Meseta Purhépecha, recorren el tramo desde el Parque Nacional, al centro de la ciudad, van mujeres de todas las edades, donde destacan las niñas que habrán de heredar esta tradición antiquísima.
Si hubiese que reconocer o calificar algún contingente, en lo personal, creo que el contingente representativo del barrio de Santo Santiago, se llevaría el primer lugar; ordenado, excelente atuendo y con diversas figuras en su danza. La indumentaria de las aguadoras del barrio de San Juan Bautista, muy vistoso, pero sencillo, desde el delantal, guanengo y rebozo, a base de punto de cruz.
Al llegar al templo de La Inmaculada, asisten a misa, donde es bendecida el agua, luego, acuden al Museo de los Cuatro Pueblos Indios, La Uatápera y de ahí, parten a sus respectivos barrios, donde reparten el agua bendecida. Esa es la tradición.