ARENA SUELTA

 POR TAYDE GONZÁLEZ ARIAS

 

 El pasado domingo 13 de noviembre salieron a manifestarse a las calles de distintas ciudades del país en apoyo del Instituto Nacional Electoral (INE), quienes han sido señalados como opositores al gobierno de el Presidente de Andrés Manuel López Obrador, atascando las redes sociales de señalamientos que en su mayoría denóstan a los manifestantes, o cuando menos tratando de desacreditarlos.

Si bien es cierto que se ha pronunciado el ejecutivo federal ( El Presidente), por dirigir un gobierno libre de pensamiento y manifestación, no se puede por un lado decir que somos libres pero una vez que se acude a una manifestación se desacredita, lo correcto y congruente para aquel o aquella que habla de libertades es considerar lo valioso de las dos, tres, los cien o las miles de personas que pueden no coincidir o discrepar y antes de hacer señalamientos poco amables, buscar escuchar la disidencia.

Caer al la practica de los dimes y diretes, cuando se es la cabeza de un país, o hablar para dividir antes que, para unificar, no abona a un liderazgo sano, en el que se pueda conversar, negociar o conciliar, sino que permea en la discusión, la división y hasta el pleito. Sólo quien entiende que vivimos en la pluriculturalidad, la multiculturalidad o la interculturalidad, sabe que toda opinión bien dicha y la libertad ejercida de manera correcta, suma a la intelectualidad y el proceso de razonamiento que nos hace seres pensantes o seres humanos.

Si bien es cierto que vale la pena madurar, la opinión personal y procurar la pertinencia de la manifestación de las ideas a pesar del enojo o el hartazgo, no lo que no cabe es la descalificación de ninguna de las partes, de qué le puede servir a un político tantos años de ejercicio, si a la primera de cuentas confronta, descalifica o sabotea al enemigo. Definitivamente sigue haciendo falta en nuestra política mexicana más lectura de las naciones desarrolladas, para elevar el nivel del debate, para que antes de llenarse la boca con bazofia, se reconozca el argumento sólido, o se destruyan las falacias que diga alguna de los portes o los involucrados.

Mas allá de estar o no de acuerdo con la manifestación para el supuesto apoyo al INE, vale la pena no sólo ver si participaron o no los opositores al gobierno en la marcha del domingo, sino lo contradictorios que son lo propios legisladores (“que son los representantes del pueblo”) que en el año 2014, votaron a favor del cambio del entonces IFE al INE, y que se oponían absolutamente y sin embargo ahora están muy a favor, desde luego me refiero a esos que antes representaban a otros partidos y al chapulinear al partido en el poder, sus intereses han cambiado.

Se puede estar o no de acuerdo con la manifestación en mención, pero lo cierto es que muchos la usaron para volver a salir en la foto, otros para no ser olvidados e incluso para hacer públicas las aspiraciones políticas en las elecciones venideras, pero sobre todo para seguir dividiendo al país, entre los seguidores del gobierno y los contrarios al mismo.

Las manifestaciones no deben ser practicas para dividir, sino una medida del estado de las cosas, una forma de ver cómo se están haciendo las cosas y cómo debo o no seguir en la práctica o acción que realizo.

El mensaje en este momento es claro, el país es un mundo de ideas, es un cumulo de opiniones es plural, y vale la pena que eso se haga valer en el sufragio, haciéndolo efectivo, y llevando a las cámaras legislativas a representantes sensatos que sepan que pueden mediante la ley hacer que nadie gane más que el presidente, o bien que los gastos para la federación sean tan claros que los órganos electorales no sean tan caros, ni los procesos costosos.

Ni México, ni sus estados o municipios necesita presidentes o gobernadores sordos o ciegos a las opiniones diversas, tampoco a quién diga que aquel o aquella que no coincide o con sus ideas es un tal por cual, sino más bien abrirse para escucharlos una dos o las veces que sean con tal de hacer el país de todos y para todos.

Las y los mexicanos que estamos de acuerdo o no con nuestros gobiernos no somos necesariamente del partido contrario, ni tampoco queremos golpetear o nos ponemos de tapete, es decir no somos focas aplaudidoras, pero tampoco andamos con la espada desenvainada, sino que en algunas escuelas y con algunas experiencias nos enseñaron que disentir es valioso, que cuestionar podría enriquecer y que la duda puede no ser tan mala.